Escucho esa pegagoja canción de Amaral desde la habitación de mi hija y me acuerdo de cómo me quedé pegada con la película "Leaving Las Vegas", Nicolás Cage y Elisabeth Sue (Mike Figgis, 1995) en aquella relación a medias, trizada, desencantada, desnuda de disfraces, pero sublime al fin y al cabo.
Un hombre destruido por el alcohol, una tipa destruida por su pega de prostituta, dos personas que se encuentran sin esperar nada, sin expectativas, sin promesas.
Con qué placer me enamoro de esos estereotipos decadentes, tristones, desesperanzados, desencantados....Y es que siento que es justo ahí donde de pronto se comienza a vivir de veras, cuando se te fueron a la cresta las ilusiones que te metieron de chica, cuando ya te rompieron el corazón un par de veces , cuando sientes que le has cumplido a todos y ahora debes cumplirte a tí mismo pero no sabes por dónde empezar porque ya no escuchas muy bien tu voz interior. Cuando las actividades diarias ya no te asombran en lo más mínimo y te dan ganas de embriagarte hasta los calcetines o pintarte el pelo de color, o irrumpir en la casa de quien quisiste escupirle unas cuantas cosas, no importa que piense ni cómo lo interprete. Cuando te dan ganas de partir lejos sin destino claro, con lo puesto . Dejarlo todo, todo y recuperar tu voz interior, ésa
que no te engaña...
