lunes, noviembre 28, 2005

Vida de bares



No puedo evitarlo...
cada dos o tres días
nace esa necesidad imperiosa
de no volver temprano a casa
de llamar a uno u otro amigo
y juntarnos en un bar ...
no encuentro mejor momento
que ése, al caer la tarde
al lado de una cerveza helada
para inventariar las miserias del día
los malos ratos,
el tedio rutinario
el capítulo semanal
del último romance no correspondido...
Alguien trae sus escritos,
otro nos muestra
su último libro publicado
otro, la maqueta de su proyecto
Se acercan amigos de los amigos...
todo fluye en recíproca hermandad
de a poco comienzan a llegar más contertulios...
Las conversaciones se cruzan
surgen ideas descabelladas
que al alero del humo
y el alcohol, cobran total sentido...
a veces hay música en vivo
a veces un antiguo vinilo
Amo la vida de los bares,
es como si la vida recién comienza ...

viernes, noviembre 25, 2005

Para nuestro Piero


El próximo domingo cumplirás un año
Un año ...
Un año de asombro...
Todavía no lo siento así
Todavía no me acostumbro
Te nombramos a diario
Nos reímos de tus salidas...
Viejo sicópata, te decíamos
Y tú te reías y nos mirabas
por el espejo retrovisor
con esa cara traviesa y cansada
pero divertida.

Todo era un rito:
Tu tabaco
El café-café
El ron
El queso cambembert
Los zapatos en la mañana
El consabido lamento por tu espalda
El último disco bajado durante el fin de semana
El murmullo en la camioneta.

El sofá.
La cama.
El colchón.
El auto.
El viaje.
El inventario de tus bienes...

Y te nos enamoraste...
¡¡¡por fin!!!
Luego de tanto pulular por ahí ....
de tanto sicopatear (como te decíamos)
Te enamoraste.
Y de verdad...
Y los ojitos te brillaban
Y te pusiste medio estepario
pero feliz

Y de pronto ¿qué pasó Piero?
¿Por qué?
Si todavía no era el momento...

Te miraré al horizonte
allá en Maitencillo
Nos vemos...
El próximo domingo.
Amigo.

jueves, noviembre 24, 2005

Por qué odio la Navidad



Cuál es el afánde recordarnos
cada cierto tiempo lo solos que estamos
lo ridiculos que nos vemos recorriendo calles
buscando un objeto que no le gustará
que le quedará grande
que no podrá cambiar.
Cuál es el afán de rodearnos
de estúpidas cancioncillas
con buenos deseos
con débiles estribillos.
Cuál es el afán de juntar
a quienes no se quieren juntar
de sonreirle a quien no queremos
de jurar que esta vez sí somos familia
de decorar grotescamente una casa
de comer en la noche cuando ya (casi) nadie lo hace.

Pienso y quiero...
qué hermosa debe verse esa noche
en la soledad de las calles
en el silencio de las veredas desiertas
cuando todos juegan en las ventanas a la familia feliz.
Qué ganas de caminar sola por esas calles
oliendo la noche negra
el olor a mar espeso y salado
el sabor de la tristeza
de los que no tienen a quien mirar a los ojos.
Qué ganas de salir corriendo
o dormir durante todo el mes
y despertar cuando ya todo haya pasado....

miércoles, noviembre 09, 2005

Años Caracol




LUCAS, SUS LARGAS MARCHAS.(Julio Cortázar)

Todo el mundo sabe que la Tierra está separada de los otros astros por una cantidad variable de años luz. Lo que pocos saben (en realidad, solamente yo) es que Margarita está separada de mí por una cantidad considerable de años caracol. Al principio pensé que se trataba de años tortuga, pero he tenido que abandonar esa unidad de medida demasiado halagadora. Por poco que camine una tortuga, yo hubiera terminado por llegar a Margarita, pero en cambio Osvaldo, mi caracol preferido, no me deja la menor esperanza.

Vaya a saber cuándo se inició la marcha que lo fue distanciando imperceptiblemente de mi zapato izquierdo, luego que lo hube orientado con extrema precisión hacia el rumbo que lo llevaría a Margarita. Repleto de leghuga fresca, cuidado y atendido amorosamente, su primer avance fue promisorio, y me dije desesperanzadamente que antes que el pino del patio sobrepasara la altura del tejado, los plateados cuernos de Osvaldo entrarían en el campo visual de Margarita para llevarle mi mensaje simpático; entre tanto, desde aquí podía ser feliz imaginando su alegría al verlo llegar, la agitación de sus trenzas y sus brazos.

Tal vez los años luz son todos iguales, pero no los años caracol, y Osvaldo ha cesado de merecer mi confianza. No es que se detenga, pues me ha sido posible verificar por su huella argentada que prosigue su marcha y que mantiene la buena dirección, aunque esto suponga para él subir y bajar incontables paredes o atravesar íntegramente una fábrica de fideos. Pero más me cuesta a mí comprobar esa meritoria exactitud, y dos veces he sido arrestado por guardianes enfurecidos a quienes he tenido que decir las peores mentiras puesto que la verdad me hubiera valido una lluvia de trompadas. Lo cierto es que Margarita, sentada en su sillón de terciopelo rosa, me espera al otro lado de la ciudad.

Si en vez de Osvaldo yo me hubiera servido de los años luz, ya tendríamos nietos; pero cuando se ama larga y dulcemente, cuando se quiere llegar al término de una paulatina esperanza, es lógico que se elijan los años caracol. Es tan difícil, después de todo, decidir cuáles son las ventajas y cuáles los inconvenientes de estas

Cajones desordenados

Sucede de vez en cuando.... a veces en raras ocasiones, esa sensación de tener los cajones desordenados. Esos compartimentos que en otros dias olían a limpio, a aire fresco, a cosas clasificadas por uso, por tamaño,por textura, por inclasificables, por sobrar, por estar rotas, guardadas, escondidas hasta que alguien en algun momento las vuelva a recordar, a rescatar de la oscuridad, de la alineación.

Pero ahora los cajones se desordenan, se vuelven caóticos, con vida propia, comienzan a oler raro, se mezclan con la ropa impregnada a tabaco, a alcohol o a sudor.

Se multiplican los papelitos aquellos, donde escribimos la mas frívola tontera o la mas desgarradora de las verdades del día, los boletos de micro, las boletas del supermercado, las cuentas sin pagar, la corbata de algún amigo, la última fotocopia de un libro que no leeré, una cáscara de nuez..

Los cajones desordenados, entreabiertos, suplicando tiempos mejores
cuando la casa olía a colonia de lavanda, a cera incolora, a sol, a comida casera.

Los cajones desordenados y yo sin ganas de ordenarlos,... dejémoslos así.
En plena oscuridad se nota menos... me gustan, me reflejan,
no quiero ordenarlos, quiero que los objetos se busquen entre ellos, se aparejen por atracción, por textura, por suciedad, por forma, pero que se busquen solos, se enreden.

Recuerdo esa figuras recurrentes en las pinturas de Dalí, mujeres con cajones en el cuerpo, en el torso, en los muslos.

Y entonces ayer todo cobró sentido: un amigo lejano de esos que veo cada 10 años me pregunta... ¿ y tus cajones están ordenados?

Y me reí.

Despedida

Sucede que me quedo inmóvil, con ese aleteo desesperado que la ansiedad a veces te agita por dentro... pero aún así las palabras no salen de mi boca y no te hablan, no te escriben, se esconden en los escondrijos

Pero quisiera decirte que hasta el mas pequeño gesto provoca un efecto en los otros, en el otro, hasta de mì que me creia blindada de aquellas pequeñas y filosas trampitas.

Eras uno más entre los demás, jamas memoricé tu nombre, ni reparé en la expresión de tus ojos, pasaste muchas veces a mi lado y jamás se me ocurrió oler el aroma de tu piel que dejabas al caminar.(soy experta en ello)

Pero de pronto te comenzaste a dibujar, emergiste entre los miles de muchachos que hay parecidos a tí, comenzaron las cartas, las llamadas, completaste con genial maestria algunas de mis oraciones inconclusas, de mis citas favoritas, me hablaste del vodka blanco , me pediste que te mirara a los ojos en forma perentoria y desesperada cuando hicimos el amor...
y entonces te saqué del montón, de la pasta uniforme de personas con las que me muevo a diario.Y me aferré a tu piel, al olor limpio a camisa planchada, al dibujo travieso de tus tatuajes, a tu voz entre pendeja y aguda y comencé a soñar descabelladas historias de pasión, hasta te hablé de Buenos Aires, de La Habana...

Afuera llovía despacio, hacia frio, habia una luz azul en la ventana. Me mostraste tus escritos, tus fotos y era hermoso imaginarme así contigo, todas las noche revisando el trabajo el dia con el computador en la cama, comentando las anécdotas y las mediocridades de un día de trabajo.

Nos despedimos tarde, todavia llovía, pero .... desconcierto, no miraste jamas para atrás .. ¿era tu despedida?

No volví a saber de tí, insistí un poco, pero no soy muy valiente en esto de buscar a quien no quiere ser encontrado...

De a poco las cosas comienzan a decantar, trato de acordarme del olor de tu piel y no puedo, solo me acuerdo de tu grito: "¡¡¡mírame a los ojos!!!" y todavia me estremezco, sé exactamente cuando aparecerás, se cuándo me miras de reojo, veo tu deseo...

Pero estoy tratando de devolverte a la masa uniforme de gente que me rodea, al anonimato en el que estabas antes, a mirarte y poder sonreirte, a tenerte cerca sin tener que comenzar a temblar y sabes? Ya lo estoy consiguiendo, (eso espero) claro que para ello ya elegí otra sombra que comienza a hacerse luminosa a mis ojos.