Infiernos personales, bestiarios públicos....
Hace algunos años en una clase de Historia del Arte conocí su nombre y me sedujo su historia. Luego ví una de sus obras más conocidas: el Jardín de las Delicias y algo me pasó..... es que eso no lo había visto en.......Dalí?..... esos seres medio monstruosos, construcciones oníricas y delirantes mundos surrealistas y desquiciados. No, no era Dalí. Era El Bosco o Hieronymus Bosch. Un tipo holandés, que por allá por el año 1400 y tantos se atrevió a ir contra la corriente, dentro de la misma corriente, jugó con los cánones oscurantistas de la época, flagelantes y mutilantes de la Edad Media y se dejó llevar por sus infiernos personales, sus sueños más esquizoides. Así creó portales que aludían al Paraíso, el Infierno, las tentaciones....los más oscuros deseos y creó un universo paralelo y personal que me asombra por el sarcasmo, por lo grotesco, por la caricatura.
Más de algún escandalillo causaron sus creaciones, seguro más de algún escozor en la ciega y supersticiosa sociedad del medioevo , aferrada a sus propios miedos. Esos que nos convertían a las mujeres en brujas (ja!).
Escándalo y medio: placeres mundanos, lujuria, miseria, dolor, desgarro, locura.
Les suena conocido? . Por los visto las tormentas internas pueden trascender la Historia, pero son pocos los que finalmente se atreven en una catarsis exhibicionista y nihilista. A El Bosco le achacan el origen del surrealismo en la pintura, 4 siglos antes (!) que nosotros recién comenzáramos a cachar al bigotudo parafernálico de Salvador Dalí.